El orden dentro del desorden
- Olga Micha
- 4 dic 2024
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 7 ene

El caos me parece un concepto tan vago y a su vez tan extenso que no sé ni como empezar. Tampoco sé por qué me han dado ganas de ahondar en él, habiendo tantos temas para explorar, me pregunto por qué me llama la atención aquel que denota desorden, incomodidad, incluso oscuridad.
Es domingo, afuera llueve, miro las gotas chocar contra el cristal de mi recámara, el sonido que producen es rítmico, incluso la caída es ordenada. Los ciclos de la naturaleza deben ser justo lo contrario al caos, siempre tan perfectos. Cierro los ojos, entre el ruido de la lluvia, enunció la palabra en voz alta, escucho el sonido que hace mi voz al articularla, siento la vibración en mi garganta, la repito tres, seis veces, caos, caos, caos, imagino cosas, fuego, tornado, trueno, desastre, confusión, luz, abro los ojos.
No, a mí, el caos no me parece catastrófico.
Por ahí dicen que todo caos tiene su cálculo y tanto me gusta esa idea, que aquella frase la tengo como imagen de fondo en mi perfil de Twitter. “But in all chaos there is calculation”
El punto es que el caos es un concepto tan profundo que produce un vacío dentro de mis vísceras llenas. El caos es bello desde su definición; estado amorfo e indefinido que se supone anterior a la ordenación del cosmos. Amorfo, quién quiere formas en un mundo que las tiene de sobra, quién quiere definiciones cuando estas solo limitan.
Busco el origen etimológico, en griego, en latín; abismo, vacío, abertura, palabras que me sugestionan, que me invitan a despegar mis labios, insuflar mis pulmones, ponerme un traje de buzo, y ahondar en esos huecos desordenados que intuyo tendrán un principio, pero no un final.
Qué hay más bello que lo que no termina. Los seres humanos le tenemos miedo a la finitud. Nos pasamos la vida intentando trascender, luchamos por no hacernos viejos, vemos el tiempo pasar con nostalgia, con añoranza, nos apegamos a personas, a cosas, a todo. Qué apego podríamos, en cambio, tener dentro del caos, si este se destaca por su vasta infinitud.
En Grecia, es Hesíodo, con su “Teogonía”, quien nos relata que de aquel vacío surgen las primeras deidades, Gaia, la tierra, Eros, el amor, y Érebo, la oscuridad. Me pregunto si realmente puede existir una nada vacía, supongo que algo tenía que contener aquel hueco para que de ahí surgieran tan relevantes conceptos.
En Roma, es Ovidio, en su obra “Las metamorfosis”, quien define al caos como una masa bastante cruda e indigesta, un bulto sin vida, informe y sin bordes, de semillas discordantes y justamente llamada Caos. Pienso que nada que contenga semillas, aunque discordantes, carece de vida. Aquellas semillas debían contener infinidad de vidas en potencia, amorfas e infinitas. No por nada, en la mayoría de las representaciones artísticas, el caos resulta ser mujer.
En los versículos iniciales del Génesis dice: En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Haya luz, y hubo luz. Y vio Dios que la luz era buena, y separó Dios la luz de las tinieblas.
Aunque la palabra caos no aparece, las interpretaciones sugieren que eso es lo que había antes de la llegada de Dios. Sin embargo, no encuentro alguna denotación negativa hacia el estado de la tierra antes del creador. Sí, estaba vacía y desordenada, pero ¿aquel estado era dañino?, ¿será que eso lo inferimos, porque si la luz era buena, entonces, todo lo que carecía de esta debía ser malo? ¿Será que no entendemos un concepto sin su opuesto? Y ¿qué hizo el caos cuando llegó Dios a organizarlo?, por lo visto se dejó hacer, no hubo resistencia, ni lucha, ni conflicto. El caos simplemente se quedó ahí, de observador, encontrando su rumbo y posiblemente llenando los espacios vacíos que aún existen, eso sí, con su propio vacío, de forma sutil, dejando que la luz permeara y que la creación siguiera su curso.
En el ámbito de la ciencia se defiende, más o menos lo mismo, que el universo temprano era caótico y que este se fue expandiendo y evolucionando, pero no por la llegada de ningún dios, sino por un proceso de inmensa cantidad de energía liberada. Sea como sea, el consenso y la aceptación de que el caos antecede a la creación y de que el caos fue “salvado” por algún ser o energía posterior, es indudable.
Pero el caos no muere con la creación ni con el Big Bang, el concepto sigue vigente y supongo que por ello podemos encontrar en el diccionario otra definición más simple al respecto: confusión, desorden.
Hay un recuerdo banal que viene a mi mente al escribir estas líneas. El otro día estaba en el coche, en medio del tráfico, a una hora pico. Vivo en una ciudad sobrepoblada donde las vías de transporte en algunas zonas son tan mediocres como todo lo demás. Me faltaban unos cincuenta metros para cruzar el semáforo y de repente el verde y el rojo desaparecieron y en su lugar el amarillo comenzó a flashear, no sé supongo que el aparato se desprogramó. Entré en desespero… Cómo nos íbamos a organizar entre una y otra intersección, pensé que se haría un embotellamiento eterno y que hasta que no llegara un policía a regular el flujo no iba a poder cruzar. Me llevé una sorpresa al ver que el avance continuó de forma relativamente ordenada. Los de mi fila avanzaban un poco, y luego dejaban pasar a los del otro lado que hacían lo mismo. El mundo no se detuvo, el tráfico tampoco, el día siguió y yo logré pasar a la siguiente calle aun con el semáforo descompuesto. Entonces recordé mi ensayo acerca del caos y me pareció factible, que el caos pudiera ser más una idea que una realidad.
De hecho, hace poco leí un artículo en donde se menciona que el caos podría ser una propiedad del observador y no del sistema observado. No me parece absurdo, Kant decía lo mismo acerca del conocimiento y Platón, argumentó también, que la belleza era una cualidad del que la aprecia y no del objeto. ¿Podría ser entonces que el caos sea un concepto relativo?
Por ejemplo, en el caso de las matemáticas, un sistema caótico no implica necesariamente desorden, sino incertidumbre. Los sistemas no lineales o irregulares que son impredecibles son a los que se les llama caóticos. Sin embargo, el hecho de que desconozcamos las reglas bajo las que se rigen no quiere decir que estas no existan. Y a lo que quiero llegar es que el caos (en términos más terrenales) es probablemente eso; una falta de certeza que produce malestar en quien la experimenta. Más no por ello, deberíamos inferir que el caos no tiene un plan.
Anaïs Nin dijo que en el caos hay fertilidad.
Es en el vacío donde germinan las ideas, en la incertidumbre, se gesta la posibilidad. El enemigo, entonces, no es el caos, sino quien no lo abraza con la misma pasión con la que abraza la paz. Ambos, coas y paz, enmascaran, por igual, un orden subyacente.
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